lunes, 1 de enero de 2024

Día #2: Marsella (PHARO - CORNICHE KENNEDY - VAUBAN)

Feliz año a todos! 

Hoy, primer día de 2024, nos hemos despertado con un precioso día soleado, aunque algo fresquito. Como imaginábamos que casi todo estaría cerrado, teníamos planificado un recorrido por toda la costa, atravesando uno de los más bellos paisajes de balcones de Marsella sobre el Mediterráneo y sus islas. 

Pero antes de acercarnos a la costa, hemos visitado el Palacio de Pharo, un regalo de Napoléon III a su esposa, la española Eugenia de Montijo, y que hoy alberga diferentes eventos. La mejor excusa para ir hasta allí, sin embargo, son las impresionantes vistas que se obtienen desde sus jardines.





Después hemos caminado al oeste del barrio hasta una pequeña playa llamada Plage des Catalans, que no es la más bonita, ni la de aguas más azules, pero es la playa urbana más importante y céntrica de Marsella. Su toponimia se remonta al s.XVII y se debe a la llegada de un grupo de pescadores catalanes. Aquí nos hemos dado cuenta de que como en otras muchas ciudades, acercarse a la costa, darse un chapuzón y brindar con los amigos y familia, es la forma que los marselleses tienen de saludar al año nuevo. 


Esta playa es donde da comienzo la CORNICHE KENNEDY, en memoria del Presidente de los Estados Unidos. A lo largo de la Corniche hemos disfrutado de unas vistas muy hermosas sobre las islas Friuli. Este archipiélago  se compone de un conjunto de 4 islas, algunas de ellas habitadas, pero donde destaca la Isla de If, con el castillo en el que se basó Alejandro Dumas para ser prisión en una de sus obras más conocidas como es «El conde de Montecristo». Aunque la leyenda sitúa aquí también la cárcel con todas las comodidades en las que estuvo encerrado «el hombre de la máscara de hierro» o incluso D’Artagnan, cuya historia también sería contada por el propio Dumas.

A lo largo de sus 3 km de longitud (que van desde la playa Les Catalans hasta la Playa del Prado), se suceden cabañas de pescadores, monumentos, villas del s.XIX, hoteles, restaurantes, bares y playas. 





Ah, y el banco más largo del mundo con 3 km de longitud.







Enclavado entre dos acantilados, frente al mar, el VALLON DES AUFFES es uno de los lugares más emblemáticos de Marsella. Un lugar único, auténtico y pintoresco. Con sus cabañas de colores y sus barcos de pesca típicos de Marsella, simboliza la "Dolce Vita" a la marsellesa.








Justo después, en el barrio de MALMOUSQUE, nos hemos perdido en el laberinto de sus callejones pequeños y tortuosos que conducían de una manera o de otra al pequeño puerto pesquero. 






ROUCAS BLANC es un barrio que debe su nombre a la roca sobre la que fue construido. Es todo un laberinto de calles estrechas, que se caracteriza por un hábitat muy burgués, formado por las antiguas "casas de veraneo" de las familias industriales adineradas de Marsella. Su notoriedad se remonta al s.XIX, cuando se reconoció la utilidad pública de manantial de agua termal. Se creó un spa termal, con áreas de tratamiento, zonas de baño y piscinas de agua dulce.

Más playas antes de dar por terminado el paseo costero, como la PLAYA LE PROPHÈT, una de las playas más antiguas, o la de PRADO, donde están renovando el estadio náutico para albergar la Marina Olímpica que será el escenario de las pruebas de vela de los Juegos Olímpicos de París 2024. 





Queríamos visitar el Parc Borely, que tiene el sello de “jardín extraordinario”… pero de nuevo ‘les animaux sont interdit’. Creemos que los motivos por los que no son tan pet-friendly en esta ciudad es por lo guarros que son por aquí. No os podéis hacer una idea de la cantidad de ‘minas’ que hay por las aceras. ¡Vergonzoso!

No obstante, visitar el parque era una excusa para llegar a La "Cité radieuse", una residencia de posguerra construida por Le Corbusier, que no queríamos perdernos. Dicen que para los amantes del arte moderno, es una verdadera maravilla, y damos buena fe de ello. 





Este arquitecto, decorador, pintor, urbanista, escultor y escritor, ha dejado su huella en el mundo de la arquitectura por la originalidad de sus obras. 


Al final de la Segunda Guerra Mundial, ante la falta de vivienda, en particular de vivienda social, el Ministro de Reconstrucción encargó la construcción de una residencia. Le Corbusier propondrá un proyecto experimental e innovador. Su objetivo era transformar radicalmente las viviendas tradicionales, en particular aumentando el volumen de los edificios y ofreciendo bienestar y confort a diario a todos sus residentes. Los 337 apartamentos, de 23 tipos diferentes, están orientados este-oeste y se entrelazan formando una calle interior. Es un concepto real, jugando con luces, perspectivas, colores… Mucho más que un conjunto de apartamentos es una obra arquitectónica en sí misma, creativa y vanguardista.

Los primeros habitantes de la Cité Radieuse fueron familias modestas y de clase media. Hoy, en vista del éxito de la residencia, son los altos ejecutivos y los profesionales intelectuales quienes desean vivir allí. Hemos podido acceder a varias de sus plantas, ya que hay espacios comunes como cafetería, hotel, galerías de arte…




E incluso a su terraza…





…desde donde divisar el área metropolitana más alejada del centro de la ciudad, y la Avenida Prado, por la que volveríamos después y donde destaca el Velodrome, el campo donde juega el Olympic de Marsella. 




Esta avenida, sin duda la arteria más grande de Marsella, tiene la Place Castellane como punto central, con su fuente que representa los 3 ríos principales de la Provenza y el mar Mediterráneo.




Aquí debíamos tomar una decisión, ya que por la hora en breve empezaría a anochecer. Y creemos haber acertado al ascender hasta la cima de la ciudad, a visitar la basílica de Notre Damme de la Garde, esa mole que no nos ha quitado el ojo desde que llegamos. 

Una vez arriba, una vista impresionante y el símbolo de una ciudad entera que vela por los marineros, los pescadores y todos los marselleses. La gente salía de misa (¿otra tradición local para el primero del año?) y nos ha tocado esperar mientras el sol se ponía y teñía de rojo el horizonte. 






Una vez dentro, una gran iglesia con un estilo románico-bizantino espectacular con su decoración muy rica y dorada. Consagrada a la Virgen, sobresalen los lujosos mosaicos bizantinos y los mármoles policromados. No permitían perros, así que la hemos visitado por turnos. 




Esta ha sido la última visita del día. La noche estaba fresca y llevábamos encima una paliza de caminata, (21,8 km) por lo que nos hemos dirigido directos al apartamento a descansar y retomar fuerzas para mañana. 

Seguiremos informando. 

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