Día #3: Marsella (LE PANIER)

Más marsellés que el propio Olimpique, LE PANIER es el barrio más antiguo de Marsella. Es el ayer y el hoy de la ciudad. Diversas culturas y una vida animada es lo que define al barrio. La llegada de emigrantes de múltiples nacionalidades y de una juventud muy creativa, lo ha convertido en un distrito decididamente canalla. 

Para llegar allí hemos optado por coger el que está considerado el servicio de ferry más corto de Europa. Por 0,50€ te lleva de un lado al otro del vieux port y, además, se puede ver el puerto viejo de otra manera.

Al estar situado en una pequeña colina, se puede acceder desde varios sitios, eso si, ha sido un continuo sube-baja. Tras desembarcar del yate (🤣), hemos accedido a la parte trasera del Ayuntamiento, donde se encuentran algunos de los edificios más antiguos de la ciudad. 

El Hotel de Cabré, llama la atención por su imponente fachada y sus ventanas con parteluz, con una apariencia completamente diferente a los edificios circundantes…

…y es junto a la Casa del Diamante, de los pocos edificios que sobrevivieron a la ocupación alemana.

Al lado, el Pavillon Daviel, un edificio que destaca por sus fachadas y tejados y que hoy forma parte de las administraciones municipales. 

Un poco más arriba está el Hotel Dieu Intercontinental, antiguo hospital que destaca por su fachada principal y las escaleras.

La Rue de la Republique es una de las avenidas más parisinas de Marsella, con sus edificios haussmanianos perfectamente alineados. 

Desde aquí nos hemos adentrado por el Passage Lorette, una de las entradas a Le Panier, lo que ha supuesto un cambio total, como teletransportarte de la ciudad al pueblo. Poco tiene que ver con otros barrios viejos de Francia o incluso de la región de Provenza. No es un museo de casas típicas, terrazas y boutiques. Le Panier ha crecido a otro ritmo. 

No hay un recorrido establecido en el barrio. Tan sólo dejarse llevar a través de este laberinto de callejuelas estrechas y fachadas desgastadas donde un día vivieron pescadores y armadores.

Fusiona las clásicas fachadas provenzales con contraventanas de madera con infinidad de grafitis, así como una presencia cada vez más notable de locales alternativos. Y es que Le Panier se está convirtiendo en uno de los lugares mundiales para la expresión del STREET ART. El barrio está lleno de murales y graffitis. No son tan grandes como los de Berlín e incluso Nápoles, pero conocidos artistas locales e internacionales han querido dejar su huella en estas paredes. 

Entre tanta ‘pintura’ la Vieille Charité, construido para cumplir con un decreto real que tenia que dar cobijo a pobres y ancianos, y que hoy es un centro cultural que alberga varios museos, destacando uno de arqueología.

Una pena que la tienda museo dedicada a la petanca estuviera cerrada. Nos hubiera gustado conocer más sobre este deporte cuyos orígenes nacieron aquí, en Marsella. 

Hemos parado para tomar un noisette en la PLACE DE LENCHE, situada en el antiguo ágora griega y con vistas al puerto y a la Bonne mere. 

A estas alturas del día, hemos dejado el barrio para acercarnos a visitar Les Docks. Aunque ya lo viéramos el otro día, nos apetecía hacerlo de día.

Para comer, hemos optado por Populo, un sitio curioso donde hemos podido elegir entre distintas opciones de comida internacional, fiel reflejo de la multi-culturalidad de esta ciudad. 

Camino del centro, la PORTE D'AIX recuerda al Arco de Tito, con sus armoniosas dimensiones y sus esculturas ornamentales y que se terminó de construir sólo tres años después del Arco del Triunfo de París. Esta zona la más multi-étnica de Marsella, y es mejor atravesarla de día, ya nos entendéis, verdad?

Con esto, hemos bajado de nuevo al centro, a las calles comerciales, para hacer algo de shopping y degustar un chocolate caliente súper sabroso en un local histórico, detrás de la Ópera. 

Seguiremos informando.