viernes, 5 de enero de 2024

Día #6: Toulouse I

Ayer ya decíamos que los pronósticos de la meteó no eran buenos y, lamentablemente, se han cumplido ☔️. Pero, a mal tiempo, buena cara 😊… y también buenos zapatos, buena ropa, un paraguas…

Tras comprar el desayuno típico de este viaje en el Mercado Victor Hugo (baguette, croissant y chocolatine), hemos salido a la calle.



Cualquier recorrido por la ciudad de Toulouse debe comenzar en la Place du Capitole, el centro neurálgico de la villa. Se trata de una plaza de grandes dimensiones donde destaca el Capitole. Su monumental fachada neoclásica domina toda la plaza, y está ocupado por el Théâtre du Capitol y el Ayuntamiento.


Aunque decía que no se podía entrar con perros, los de seguridad han visto a Wuki dentro de su bolsa y nos han dejado pasar 👍. Una vez en la entrada, lo primero que nos encontramos es un patio interior renacentista: el Patio Henri IV, la parte más antigua del actual edificio.




Tras ascender por la Gran Escalera se llega a las salas abiertas al público donde contemplar bellísimos frescos, murales y esculturas de diferentes artistas franceses. 










En el interior de las arcadas o soportales que hay bajo el edificio frente a la fachada del Capitolio hay un buen número de restaurantes y cafés. Y algo muy especial: la historia de la ciudad, gracias a 28 pinturas distribuidas cronológicamente.









A la espalda del edificio del Capitolio se encuentra en el Donjon del Capitolio, una torre medieval que es el único elemento que se conserva del primer edificio que albergó la sede de los Capitouls (consejo municipal - consuls).

Hemos cogido la rue du Taur o calle del Toro, que recibe su nombre del mismo santo, cuyo martirio según la leyenda consistió en ser arrastrado por un toro salvaje. 





A mitad de la calle la iglesia de Notre Dame du Taur pasa un poco desapercibida, pues se encuentra entre edificios. Destaca su monumental campanario-muralla.


En esta calle, una placa nos anuncia que aquí estuvo la sede del PSOE y de la UGT durante la dictadura franquista. No olvidemos que Toulouse fue lugar de acogida para los españoles exiliados durante la Guerra Civil. De hecho, un dato curioso es que el 2º apellido más común del censo es… ¡García!


En un desvío, nos hemos acercado a ver la Capilla de las Carmelitas. Aunque su exterior es extremadamente sencillo, el interior nos ha dejado con la boca abierta. Es conocida como la Capilla Sixtina francesa. La originalidad de la capilla se encuentra en su bóveda y en la decoración pictórica, de una riqueza incomparable, obra de dos grandes pintores de Toulouse. 



Da gusto pasear por estas callejuelas, disfrutando de  distintos edificios, de diferentes estilos, algunos clásicos de ladrillo y piedra, otros de tipo industrial y hasta alguna que otra muestra de art-deco






Hemos hecho una breve parada técnica en uno de los cafés más antiguos de la ciudad, Le Concorde, con un ambiente muy de barrio. Nos ha gustado. 




Lloviendo a mares hemos llegado a la majestuosa Basílica de San Saturnino o San Sernín, patrón de Toulouse (y de Pamplona). Considerada la iglesia románica más grande de Europa y la segunda más antigua de toda Francia, después de la abadía de Cluny, respondiendo así a la necesidad de construir un gran templo que permitiera la circulación de los peregrinos sin interrumpir el oficio de la misa (forma parte de los Caminos de Santiago de Compostela en Francia). 

Domina el exterior un campanario de torre octogonal, típica de la arquitectura tolosona, y el magnífico contraste de la piedra y del ladrillo.






Hemos accedido a su interior por la maravillosa Puerta de Miègeville, con su tímpano de mármol representando la Ascensión de Cristo.




Al entrar en la basílica te quedas impresionado por la altura de sus proporciones, su arquitectura e iluminación.







Abandonamos este barrio hacia Arnaud Bernard, con sus callejas medievales, conocido por ser la cuna del graffiti de Toulouse.








Este barrio obrero formado por generaciones de exiliados (italianos, españoles y norteafricanos) ofrece también buenos ejemplos de la arquitectura del siglo XVIII, XIX y principios del XX. Alternan fachadas de ladrillo y yeso coloreado, lo que le da al sitio un aire mediterráneo.


Como curiosidad comentar que en este barrio se encuentra la casa donde nació Carlos Gardel. Según consta en el Registro Civil de Toulouse, el artista Carlos Gardel nació aquí el 11 de diciembre de 1890. Su madre, eso sí, emigró soltera a los dos años a Buenos Aires, españolizando el nombre inicial de su retoño, Charles Romuald Gardes, por aquello de la integración. 


Tras la comida (y el descanso en el apartamento), de vuelta a la calle (donde sigue lloviendo 😞). En la Rue Alsace-Lorraine, la principal calle comercial, un edificio nos llama la atención, por el Reloj de 24 horas de su fachada. Es bastante inusual, porque en lugar de tener 12 números, este reloj en realidad tiene 24. Este tipo de peculiaridad suele reservarse para los relojes de astronauta o militares. De hecho, este reloj es solo uno de los dos que hay en Francia, el otro se encuentra en Auxerre.

Callejeando llegamos a la Place Wilson, con su forma ovalada (tan especial para los tolosanos), la fuente y el tiovivo cuyos caballitos datan del s.XVIII.



Cerca, resulta curioso que para visitar la Iglesia de Saint Jerome, se accede por un pasadizo semicircular con muchas vitrinas de exposiciones, que une dos calles (se puede pasar de una calle a otra sin tener que entrar a la iglesia). El interior barroco es sorprendente.


No muy lejos está la PLACE ST-GEORGES, que cuenta con una zona ajardinada y su centro está ocupado por una réplica de las famosas fuentes Wallace de París. Frente a las fuentes, se levanta el que es sin duda el edificio más atractivo de la plaza, el HOTEL DE LAFAGE. La plaza está rodeada por unas hermosas calles con tiendas de diseño. 




En la PLACE ST-ETIENNE está la Catedral, cuyo aspecto, carente de armonía, es un poco caótico, aunque a la vez es su peculiar atractivo. El exterior, no muy bonito, destaca si acaso por su estilo ecléctico, con su campanario y portada flamígera.


El interior, no obstante, es imponente, majestuoso… nada está en el lugar que debe. Es un puzzle arquitectónico. Comenzada en estilo románico, continuada en gótico y con un retablo barroco, destacan los asientos del coro, el órgano que está literalmente colgando, el altar mayor barroco, las maravillosas vidrieras (son las originales del s.XIV), el gran rosetón imitando al de Notre-Dame de Paris. 





La lluvia iba y venía, la noche cerrada y fría, los comercios cerrados… nos han ‘invitado’ a retirarnos…




… y hacer una cena a la francesa en el apartamento, con quesito rico y un chocolate de uno de los maestros chocolateros locales, que tanta fama atesoran. 


Seguiremos informando. 

2 comentarios:

  1. Os leo con retraso, seguro que habéis disfrutado mucho. Gracias por compartirlo pareja! Saioa.

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    1. Gracias! Tenemos pendiente escribir las 2 últimas entradas.

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